Te cuento que miraba el cielo cuando me llamó mi padre desde
su palacio blanco –Ya es hora. –dijo. Y me quité la ropa, me quité la piel y convertida
en niebla subí la escalinata de piedra. Quise dormir entre sus manos y sólo
puede acurrucarme junto a sus versos. Dormí y soñé que tecleaba un poema en la
vieja Olivetti roja, mientras la tarea escolar esperaba su turno; que iba en
una procesión de sombras, que cantaban plegarias; que bebía agua de plata de un
estanque de piedra; que llegaba a una ciudad desconocido donde el viento decía
mi nombre; que tenía una hija color Vishnú, que se iba a vagar por el mundo y
que de pronto te encontraba… –Ya es hora. –dijo. Y abrí los ojos, mire las montañas que rodean
el valle. Tomé el cuchillo de obsidiana que me heredaron los abuelos y sólo
brotaron palabras.
martes, 6 de junio de 2017
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