lunes, 26 de marzo de 2012

El pequeño terrón de arcilla (1º secundaria CBA)

 
Autora: Diana Engel
Muy arriba, en lo más alto de una vieja torre, había un taller. Era un taller de alfarería, abarrotado de recipientes con esmaltes de colores, tornos de alfarero, hornos y, cómo no, arcilla. Cerca de la ventana se encontraba un arcón de madera enorme, con una pesada tapa. Allí se guardaba la arcilla. Al fondo, aplastado contra una esquina, estaba el terrón de arcilla más antiguo de todos. Apenas lograba recordar la última vez que lo habían utilizado, mucho tiempo atrás. Cada día, alguien levantaba la tapa del arcón y en el recipiente se introducían diversas manos que, con toda rapidez, agarraban bolsas o bolas de arcilla. El pequeño terrón escuchaba los alegres sonidos de los artesanos, atareados con su trabajo.
—¿Cuándo me tocará a mí?—, se preguntaba. A medida que pasaba los días en la oscuridad del arcón, el pequeño terrón de arcilla iba perdiendo la esperanza.
Un día, un numeroso grupo de niños llegó al taller con su profesora. Muchas manos se introdujeron en el arcón. El pequeño terrón de arcilla fue el último en ser elegido pero… ¡ya estaba fuera!
—Ha llegado mi oportunidad—, pensó, cegado a causa de la luz.
Uno de los niños colocó el terrón de arcilla sobre un torno de alfarero e hizo girar la rueda a toda velocidad. —¡Qué divertido!—, pensó el terrón. El niño trató de estirar la arcilla hacia arriba mientras el torno daba vueltas sin cesar. El pequeño terrón experimentó la emoción de adquirir una forma diferente. Tras varios intentos por producir un cuenco, el niño se dio por vencido. Amasó la arcilla y la presionó hasta convertirla en una bola totalmente redonda.
—Hora de hacer limpieza— anunció la profesora. La alfarería se inundó de los sonidos de los chiquillos frotando, limpiando, lavando y secando. El agua goteaba por todas partes.
El niño soltó el terrón de arcilla cerca de la ventana y salió corriendo para unirse a sus amigos. Pasado un rato, el taller quedó desierto y reinaron el silencio y la oscuridad. El terrón de arcilla estaba aterrorizado. No sólo añoraba la humedad del arcón; también sabía que se hallaba en peligro.
—Todo ha terminado—, reflexionó. —Me quedaré aquí y me secaré hasta quedar duro como una piedra.—
El terrón permanecía junto a la ventana abierta, incapaz de moverse, y notaba cómo la humedad se iba evaporando poco a poco. Los rayos del sol le golpearon con fuerza y el viento de la noche le azotó hasta que estuvo duro como un pedrusco. Se había endurecido tanto que apenas podía pensar; sólo sabía que estaba desesperado.
Sin embargo, en lo más profundo de su ser quedaba una diminuta gota de humedad, y el terrón de arcilla se negó a dejarla escapar.
—Lluvia—, pensó.
—Agua—, suspiró.
—Por favor—, logró por fin transmitir a través de su materia reseca y desalentada.
Una nube que por allí pasaba sintió lástima del terrón de arcilla, y entonces ocurrió algo maravilloso. Enormes gotas de lluvia se colaron con fuerza por la ventana abierta y cayeron sobre el pequeño terrón. Llovió durante toda la noche y para cuando amaneció, el terrón de arcilla se encontraba tan blando como en sus mejores tiempos.
El sonido de voces llegó hasta la alfarería.
—¡Oh, no! —exclamó una mujer. Se trataba de una artesana que solía utilizar el taller—. Alguien se ha dejado abierta la ventana durante todo el fin de semana. Habrá que limpiar todo esto. Si quieres, puedes trabajar con la arcilla mientras voy en busca de toallas —le dijo a su hija.
La niña vio el terrón de arcilla situado junto a la ventana.
—Es una pieza perfecta, justo lo que necesito — comentó.
De inmediato, comenzó a presionar la pasta con los nudillos y a moldearla en atractivas formas. Para el terrón de arcilla, los dedos de la niña eran como una bendición.
La pequeña iba reflexionando a medida que trabajaba y sus manos se movían con un propósito determinado. El pequeño terrón percibió que iba adquiriendo una forma hueca y redondeada. Unos cuantos pellizcos y ya tenía un asa.
—¡Mamá, mamá! —llamó la niña—. ¡He fabricado una taza!
—Es preciosa —dijo su madre—. Colócala en la repisa y después la meteremos al horno. Luego, podrás barnizarla con el color que más te guste.
Al poco tiempo, la pequeña taza estaba en condiciones de ser trasladada a su nuevo hogar. Ahora reside en un estante de la cocina, junto a otras tazas, platillos y tazones. Cada pieza es diferente y algunas de ellas son preciosas.
—¡A desayunar!— llama la madre mientras coloca la taza nueva sobre la mesa y la llena de chocolate caliente.
La niña agarra con delicadeza el antiguo terrón de arcilla, que está encantado con las elegantes líneas de su apariencia nueva. ¡Qué bien desempeña su trabajo!
El antiguo terrón se siente muy orgulloso. —¡Por fin! Por fin sirvo para algo—.
EL PEQUEÑO TERRÓN DE ARCILLA
Preguntas
  1. Numera las siguientes frases en el orden que los acontecimientos suceden en
____ la historia. El número 1 aparece señalado.
____ La lluvia hizo que el terrón de arcilla se volviera húmedo y blando.
____ Un niño intentó transformar el terrón de arcilla en un cuenco.
____ Una niña fabricó una taza con el terrón de arcilla.
____ El terrón de arcilla se secó.
_1_ El terrón de arcilla estaba en el interior del arcón.
¿Por qué permaneció el terrón de arcilla en el interior del arcón durante tanto tiempo?
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Al comienzo de la historia, ¿qué deseaba el terrón de arcilla?
(1)______________________________________________________________________________________________________________________
¿Por qué finalmente sacaron el terrón de arcilla del arcón?
A. Todos los demás terrones de arcilla se habían sacado del arcón.
B. Se encontraba encima de otros terrones de arcilla.
C. El niño eligió ese terrón porque le gustó más que ninguno.
D. La profesora le pidió al niño que utilizara ese terrón.

¿Qué descuido cometió el niño?
A. Dejó la arcilla sobre el torno de alfarero.
B. Hizo girar la rueda a toda velocidad.
C. Colocó la arcilla junto a la ventana.
D. Amasó y presionó la arcilla.

El niño puso el terrón de arcilla en peligro. ¿Cuál era ese peligro?
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¿Cómo se sintió el terrón de arcilla justo después de que el niño se marchara del taller?
A. satisfecho
B. asustado
C. enfadado

D. orgulloso
¿Qué suceso maravilloso ocurrió después de que el terrón de arcilla hubiera permanecido mucho tiempo junto a la ventana? ¿Por qué fue algo tan maravilloso para el terrón de arcilla?
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¿Qué palabras de la historia demuestran que la niña sabía lo que quería hacer?
A. “los dedos de la niña eran como una bendición.”
B. “la niña vio el terrón de arcilla.”
C. “la niña agarra con delicadeza el antiguo terrón de arcilla.”
D. “sus manos se movían con un propósito determinado.”

Describe los diferentes sentimientos que experimentó la arcilla al comienzo y al final de la historia. Explica por qué cambiaron sus sentimientos.
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La niña es un personaje importante en esta historia. Explica por qué tuvo tantaimportancia en lo que ocurrió.
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La autora de la historia escribe sobre el terrón de arcilla como si éste fuera una persona. ¿Qué intenta la autora que tú imagines?
A. Lo que se siente al estar bajo la lluvia.
B. Lo que podría sentir un terrón de arcilla.
C. Lo que se siente al trabajar la arcilla.

D. Lo que se siente al crear algo con tus propias manos.
¿Cuál es el mensaje principal de esta historia?
A. Es tan fácil modelar a las personas como a la arcilla.
B. En el mundo existe mucha infelicidad.
C. Todo resulta mejor cuando se tiene un propósito determinado.
D. D La alfarería es la mejor manera de hacer el bien en el mundo.

jueves, 15 de marzo de 2012

UNA NOCHE INCREÍBLE de Franz Hohler (1º SECUNDARIA)


Ana tenía diez años; por lo tanto, aunque estuviera medio dormida, sabía llegar desde su habitación al cuarto de baño. La puerta de su habitación solía estar entreabierta y la lamparita nocturna que había en el pasillo daba suficiente luz para poder llegar al baño, que estaba pasando la mesita del teléfono.
Una noche, al pasar junto a la mesita del teléfono camino del baño, Ana oyó algo que sonaba como un silbido muy bajito pero, como estaba medio dormida, no le prestó mucha atención. Además, venía de muy lejos. Fue volviendo a su cuarto cuando se dio cuenta de dónde venía. Bajo la mesita del teléfono había un gran montón de periódicos y revistas viejos que empezaron a moverse. De allí salía el ruido. De repente, el montón comenzó a tambalearse —a la izquierda, a la derecha, hacia delante y hacia atrás—, y a continuación los periódicos y las revistas quedaron esparcidos por todo el suelo.
Ana no podía creer lo que veían sus ojos cuando observó que un cocodrilo que gruñía y bufaba estaba saliendo de debajo de la mesita del teléfono.
Ana se quedó paralizada. Con los ojos como platos, vio cómo el cocodrilo salía de entre los periódicos y lentamente miraba a su alrededor. Parecía que acababa de salir del agua, porque tenía todo el cuerpo chorreando y por donde pasaba iba dejando la alfombra empapada.
El cocodrilo movió la cabeza de un lado a otro dejando escapar un fuerte gruñido. Ana tragó saliva mientras miraba aquel hocico y la larguísima fila de dientes. Después, el cocodrilo movió la cola despacio de un lado a otro. Ana había leído algo al respecto en la Revista de Animales: cuando el cocodrilo golpea el agua con la cola, es para espantar o atacar a sus enemigos.
La niña posó la vista en el último número de la Revista de Animales, que se había caído del montón y estaba a sus pies. Se volvió a sorprender. La portada de la revista tenía antes una ilustración de un gran cocodrilo a la orilla de un río.
Ahora, ¡la orilla del río aparecía vacía!
Ana se agachó y cogió la revista. En ese momento, el cocodrilo movió la cola con tanta fuerza que el jarrón con los girasoles se cayó al suelo y se rompió, y las flores quedaron esparcidas por todas partes. De un salto, Ana se metió en su cuarto. Cerró la puerta de un portazo, empujó la cama y la colocó contra la puerta. Había construido una barricada que la mantendría a salvo del cocodrilo. Respiró aliviada.
Pero entonces, tuvo una duda: ¿y si la fiera tan solo tuviera hambre? ¿Quizás bastaría con darle algo de comer para que se fuera? Ana volvió a mirar la Revista de Animales.
Si el cocodrilo había sido capaz de salir de la foto, quizás otros animales también podrían hacerlo. Ana pasó las hojas de la revista a toda prisa y se detuvo en una en la que aparecía un grupo de flamencos en un pantano. “Justo lo que necesito”, pensó. “Parecen una tarta de cumpleaños para cocodrilos”.
De repente, se oyó un fuerte crujido y la punta de la cola del cocodrilo atravesó la puerta, astillándola.
Rápidamente, Ana colocó la foto de los flamencos en el agujero de la puerta y gritó lo más alto que pudo:
—¡Salid del pantano! ¡Venga, venga!
Entonces, lanzó la revista a través del agujero hacia el pasillo, tocó las palmas y chilló y gritó.
Apenas podía creer lo que sucedió a continuación. Todo el pasillo estaba lleno de flamencos que alborotaban aleteando y corriendo por toda la casa con sus patas largas y delgadas. Ana vio a una de las aves con un girasol en el pico y a otra que cogía el sombrero de su madre, colgado del perchero. También vio cómo otro flamenco desaparecía dentro de la boca del cocodrilo. Se lo zampó en dos bocados y enseguida se comió otro, el que llevaba el girasol en el pico.
Después de dos raciones de flamenco parecía que el cocodrilo ya había tenido bastante, porque se tumbó satisfecho en medio del pasillo. Cuando cerró los ojos y ya no se movía, Ana abrió la puerta con cuidado y salió de puntillas al pasillo. Colocó la portada en blanco de la revista sobre el hocico del cocodrilo.
—Por favor —susurró—; por favor, vuelve a casa.
Regresó sigilosamente a su habitación y miró a través del agujero de la puerta. Vio al cocodrilo de vuelta en la portada de la revista.
Entonces se dirigió con cuidado al salón, donde los flamencos estaban arremolinados alrededor del sofá y encima del televisor. Ana abrió la revista por la página que tenía la fotografía en blanco.
—Gracias —dijo—. Muchas gracias. Ya podéis volver a vuestro pantano.
Por la mañana, le resultó muy difícil explicar a sus padres la enorme mancha de humedad que había en el suelo y la rotura de la puerta. No se quedaron convencidos con lo del cocodrilo, a pesar de que el sombrero de su madre no aparecía por ningún lado.
Ad a p t a d o   d e   E i n e  Wi l d e  Na c h t ,   e n  De r  Gr o ß e   Zwe rg   u n d  An d e r e
Ge s chi cht en,  de  Fr anz  Hohl e r.  Publ i c ado  en 2003 por  Deut s che r Taschenbuch Verlag, Munchen, Germany. Copyright de las ilustraciones
© 2003, IEA. Se ha intentado obtener el permiso de reproducción.
Preguntas
1. ¿Cuál fue la primera señal de que algo raro estaba pasando?
A. El montón de periódicos empezó a moverse.
B. Ana vio la portada de la revista.
C. La puerta de su habitación estaba rota.
D. Ana oyó un sonido parecido a un silbido.
2. ¿De dónde salió el cocodrilo?
A. del cuarto de baño
B. de la portada de una revista
C. de debajo de la cama
D. de un río cercano
3. ¿Qué palabras te indican que Ana estaba asustada?
A. “se quedó paralizada”
B. “no podía creer lo que veían sus ojos”
C. “respiró aliviada”
D. D “sonaba como un silbido muy bajito”
4. ¿Por qué creyó Ana que el cocodrilo iba a atacar?
A. Porque enseñaba su larga fila de dientes.
B. Porque dejó escapar un fuerte gruñido.
C. Porque empezó a gruñir y a resoplar.
D. Porque movía la cola de un lado a otro
5. Pon las siguientes frases en el orden en que suceden en la historia. La primera ya aparece señalada.
____Ana vio al cocodrilo.
____ El cocodrilo se comió dos flamencos.
____Ana intentó explicar a sus padres lo de la puerta rota.
____Ana empezó a caminar hacia el cuarto de baño.
____Ana corrió a su habitación y cerró la puerta de un portazo.
6. ¿Por qué llamó Ana a los flamencos?
_____________________________________________________________________________________________________________________¿Cómo
7. se rompió la puerta de la habitación?
  1. A. La cola del cocodrilo la atravesó.
  2. B. El jarrón se rompió contra ella.
  3. C. El afilado pico del flamenco se incrustó en ella.
  4. D. La cama chocó contra ella.
8. ¿Cómo ayudó la revista a Ana? Da dos ejemplos.
1.- ______________________________________________________________________________________________________________________
2.- ______________________________________________________________________________________________________________________
9. Al final de la historia, ¿qué actitud tuvo Ana hacia los flamencos?
A. culpable
B. precavida
C. agradecida
D. D enfadada
10. Escribe una cosa que a Ana le resultó difícil de explicar a sus padres.
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11. Sabes cómo era Ana por las cosas que hizo. Describe cómo era Ana y pon dos ejemplos de lo que hizo que lo demuestren.
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12. El autor no nos dice si la aventura de Ana fue sólo un sueño.
Busca una prueba de que la aventura podría haber sido un sueño.
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Busca una prueba de que la aventura podría no haber sido un sueño.
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jueves, 8 de marzo de 2012

Programa Raíces. NQ Radio Tulancingo

En "Raíces": Josè Francisco Palacios nos platicará sobre el Congreso de Filosofía y Educación en Tulancingo. Además, para conmemorar el día de la mujer,, nos acompañará Ana María Vázquez Salgado para hablarnos de la creación poética desde el lado femenino. A las 9:00 de la noche por NQ.

El dulce peligro de idealizar el pasado

Escuchar las historias, las buenas historias colmadas de momentos maravillosos, de instantes únicos, de actos heroicos o sobrenaturales ...